Desde comienzos del siglo XVII, los holandeses comenzaron incursiones
marítimas, en naves conocidas como urcas, en las salinas de Araya, llegando a
establecerse durante algunos años en tierra firme y construyendo estructuras para
la explotación de la sal, lo que derivó en un fuerte conflicto armado con los
españoles que se extendió por varias décadas.
Consciente de que algo se debía hacer
para sacar a los holandeses de la salina, el Rey por fin opta por la solución
militar, y en septiembre de 1605, la Armada Real del Mar Océano, al mando de
Don Luis de Fajardo, e integrada por 14 galeones, 4 pataches y 1 carabela,
zarpa de Lisboa con destino oficial Flandes, a fin de burlar el espionaje
holandés, y evitar cualquier aviso que haga desaparecer a las urcas de Araya.
Avistada el 5 de noviembre de 1605 la
isla de Margarita, Don Luis Fajardo dividió la flota en dos brazos, para copar
los barcos que estuvieran en la salina, e impedir que las urcas escaparan por
el lado contrario de donde se presentaba la Armada, de allí que el éxito fue
completo. Los galeones coparon a las 8 urcas que se encontraban cargando sal en
el puerto de Ancón de Refriegas, y los holandeses no intentaron ni defenderse,
“dándose a la huida, a fuerza de remos, sobre los bateles que empleaban para el
transporte de sal”, y llegando de esta manera a tierra para intentar esconderse
en los montes cercanos. Al otro día, 7 de noviembre de 1605, Don Luis Fajardo,
en una “pequeña operación en tierra los capturó e hizo cumplir las leyes
establecidas respecto a piratas in fraganti” condenándolos a todos a muerte y
ejecutándolos.
No obstante, antes de llegar al puerto
los galeones españoles, un patache holandés cuyo Capitán era Daniel de Mugerol,
quien como mencionamos anteriormente administraba la salina en nombre del Conde
Mauricio, salió a reconocer a la Armada por encima de los bajíos, y cuando supo
que eran barcos españoles, intento darse a la fuga haciendo señales al resto de
los barcos de la salina para que huyeran. Abordado por dos chalanas, aunque
peleó cuanto pudo, Mugerol terminó rindiéndose al caer herido, por lo que fue
puesto preso y ejecutado en la horca al día siguiente.
Esta fue la primera batalla naval
realizada en aguas del Caribe Venezolano, y aunque las señales que hizo Mugerol
antes de su captura fueron suficientes para que otros dos pataches holandeses
escaparan, al final de la jornada del 6 de noviembre de 1605, la Armada Real
del Mar Océano había cumplido con la misión que se le había encomendado, pues
no solo capturó las urcas salineras, sino que también destruyó toda la
infraestructura que para la carga de la sal, tenían instaladas los holandeses
en el puerto de Ancón de Refriegas, y desarticuló la red comercial dirigida por
Mugerol, capturándolo y ejecutándolo.
Es de resaltar que los relatos
holandeses destacan la crueldad española en virtud de que consideraban a los
mismos como simples piratas y no como corsarios, pues al no reconocer la
Independencia de la República de los Siete Países Bajos Unidos, tampoco España
aceptaban sus patentes de corso, de allí que:
Trataron muy rudamente a los capitanes
y las tripulaciones. Algunos fueron ahogados, y a otros más les partieron las
piernas. Cuando menos ocho de los cargueros de sal eran de Hoorn, y la ciudad
sufrió una pérdida material de más de 100.000 florines. Más profunda que el
sacrificio monetario, sin embargo, fue la estela de amargura que los españoles
dejaron con sus acciones en Punta de Araya.
Don Luis Fajardo permaneció un mes
cerca de Araya e hizo una buena caza pues capturó otras 4 urcas, 1 patache y 2
navíos, con cargas superiores a 37.000 ducados, aparte de 120 esclavos, dejando
a los holandeses “completamente intimidados”. El comercio de sal en Araya se
perdió casi por completo y “los efectos fueron, efectivamente muy sensibles,
sin llegar a reponerse antes de la Tregua de los Doce Años” de 1609. Por ella,
Holanda pudo volver a comprar sal española en Sanlúcar y Setúbar a precios muy
convenientes, y los cargueros de sal dejaron de aparecer por Araya.
Fuente: Extracto de “LA SAL: OBJETIVO CODICIADO POR HOLANDA EN LAS PROVINCIAS DE NUEVA
ANDALUCÍA Y VENEZUELA DURANTE EL SIGLO XVII”, de Rafael I. Dávila P. Publicado
en Tiempo y Espacio vol.25 no.64 Caracas dic. 2015
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