Grabado del siglo XIX. Baile popular en Cumaná.
Sonia García
Hasta bien entrado el siglo XX, cuando comenzó
a desarrollarse la comunicación terrestre en Venezuela, la actividad teatral se
concentraba alrededor de los puertos marítimos, que centralizaban la vida del
país –Maracaibo, Puerto Cabello, La Guaira, Caracas, Carúpano y Cumaná–, y en importantes
poblaciones del interior: Mérida, Barquisimeto y Valencia. En este contexto
Cumaná, Caracas y Mérida fueron los tres centros musicales más notables de
nuestro siglo XIX.
De la ciudad oriental surgieron destacados
maestros, cantantes, pianistas, compositores y otros artistas. En tiempos de
fiestas y temporadas de ópera, Cumaná y Carúpano contrataban en Caracas y en el
extranjero músicos y compañías que, gracias a la geografía, actuaban en la
región antes que en la capital. Los grupos visitantes, por su parte, solían
incorporar músicos y aficionados locales, lo que seguramente nutría la dinámica
musical de cada lugar pues las sociedades abiertas y permeables tienden a
asimilar y a recrear diversas influencias. Así Venezuela fue conformando un
ambiente musical que muchos visitantes extranjeros elogiaron hasta afirmar que
allí se podían escuchar músicas y conciertos como “en cualquier lugar del
mundo”. En cambio esas apreciaciones no se dirigían a obras y actores. En su
visita a Caracas el francés J.J. Dauxion afirmó: “Nada más monótono y más
ridículo que la actuación de los actores”. Y más adelante añade: “Los actores
de Cumaná son gente de color, quienes no declaman su papel sino lo recitan con
gran monotonía”.
La música, que estuvo al servicio de la iglesia
durante el período colonial, se desplazó, después de la independencia, hacia el
medio social, hasta reinar en el espacio familiar y en el teatro. Éste comenzó
entonces a influir en aspectos donde antes la Iglesia dictaba pautas, como la
variedad de instrumentos empleados en cada localidad. Ejemplo hipotético podría
ofrecernos la difusión y arraigo del emblemático bandolín de nuestro Oriente,
pariente de la mandolina italiana. La popularidad del teatro lírico, junto con
la inmigración corsa llegada a la región en el siglo XIX, debió atraer atención
hacia el instrumento y estimular su demanda, lo que podría explicar su arraigo
en la música popular de una región que dispone de virtuosos intérpretes y de
violeros que lo proveen. Punto de interés en torno a la mandolina y al violín,
es que no parecen haberse integrado al salón familiar, donde predominaron canto
y piano, a cargo de las damas de sociedad, que se veían restringidas en su
participación pública por los valores sociales de la Colonia. Este detalle
explicaría el predominio masculino en agrupaciones populares, así como en la
ejecución de instrumentos usuales en el espacio público, caso del bandolín.
Tomado
de: Teatro y música en el siglo XIX en Cumaná, de Sonia García. Anuario de
Estudios Bolivarianos / Año xii, número 13, 2006.
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